Hoy 27 de mayo tengo el gusto de
haber terminado de leer “Hechiceras, Beatas y Expósitas – Mujeres y poder
inquisitorial en Lima”, obra de la historiadora María Emma Mannarelli, edición
del Congreso del Perú. Dicho texto lo encontré en la biblioteca de mi querida
Institución Toribio Rodríguez de Mendoza (SJL).
De ella puedo rescatar
información relevante sobre el trato de la Santa Inquisición para los casos de
las hechiceras, beatas y expósitas. En los tres casos el tema de la sexualidad
es recurrente, aunque no del mismo modo. Pero aquí vemos cómo el género determinó
en un trato diferenciado.
La realidad, es que para el caso
de las hechiceras – la inquisición procesó más hechiceras que hechiceros -,
estas se iniciaron – en su mayoría de casos – por acusación con carácter
sexual, se decía de las hechiceras que vivían escandalosamente y mantenían
amistades ilícitas. Otro de los temas recurrentes es que ellas eran requeridas
para solucionar los males de amores a través de los amarres, las pócimas para
conseguir el amor.
En el caso de las beatas, se dice
que ellas podrían ser la saga de lo que se presentó en la Alta Edad Media
europea. Además, la historiadora se volcó a explicar el caso de la agustina Ángela
de Carranza. En dicha biografía, también se centra en las manifestaciones de
iluminismo que no deja de estar relacionado con la sexualidad de la mujer.
Se termina haciendo referencia a
las huérfanas blancas en la colonia, cómo una sociedad jerárquica patriarcal,
pretendía salvar a estas mujeres de la deshonra a través del colegio de niñas
expósitas de Santa Cruz de Atoche, dicha institución no solo les ofrecía la
enseñanza cristiana, sino que también aseguraba su futuro – siempre que se
porten bien, porque si no se podría descubrir que no eran "españolitas" sino unas
“cholas” o “mestizas” – con la dación de una dote, necesaria para ingresar al
convento o poder casarse.