Mamá y papá,
“Hola soy tu sorpresa y tu dolor, el hijo no soñado, ni
siquiera imaginado.
Mientras crecía en tu vientre temía los sueños y proyectos
que tejían para mí y que no podría realizar. Sin embargo, si al mirarme pueden
ver más allá del cuadro médico, encontrarán en mí toda la belleza que sus ojos
me quieran dar, y la inteligencia que su confianza haga crecer en mí.
Puedo ser un milagro de todos los días, soy capaz de sentir,
de entender, de ser… Pero los necesito a mi lado con la ternura de una sonrisa
cada vez que mis manitas torpes se equivoquen, con la paciencia tierna de
esperar mis tiempos más lentos, con la sabiduría de guiarme sin querer
transformarme, con la protección de su respeto para que los demás me respeten
como soy.
Con la alegría de disfrutar el simple hecho de amarnos y compartir
nuestra vida venciendo los prejuicios y desafiando las opiniones rígidas.
Mi cuerpo es chiquito pero está lleno de amor, y si me
abrazan fuerte, muy fuerte, podré darles la razón y el valor de luchar, solo
les pido la oportunidad de crecer con amor.
Los amo”.
Tomado de Estrategias de atención y participación de la familia en la Educación Inclusiva - Dirección General de Educación Básica Especial.